Uniformes Navales
Uniformar a los integrantes de un Ejército o una Armada nace de la necesidad de identificar al enemigo en medio del combate, añadiendo a ello el uso de diferentes armas y vestimentas protectoras. Sin embargo, no fue hasta 1858 que la Armada de Chile tuvo su propio uniforme, basado en las marinas inglesa, española y francesa.
En la actualidad, existe una diversidad de tenidas empleadas en diferentes circunstancias, manteniendo la seguridad en el combate y la buena presencia en ceremonias y actos formales del servicio naval.
La historia de los uniformes se pierde en el tiempo y su origen tiene raíces que es posible rescatar en la época de la Roma Imperial, en cuyo seno se fundó un Ejército altamente disciplinado y cuya ascendiente y disciplina permitieron hacer de este imperio la mayor fuente creadora de los tiempos venideros hasta este milenio que comienza a caminar.
Es quizás aquí en donde se crea una incipiente noción del uso de uniformes militares, con el objeto de lograr estándares que permitieran instruir una apropiada logística y diferenciar las armas militares que se desplegarían en el campo de batalla.
El medioevo tras la desintegración de Roma como eje geopolítico del mundo conocido, configuró a la Europa de aquella aciaga época en nuevos grupos sociales que en su búsqueda por asegurar su existencia se agrupan en torno a un nuevo orden sociopolítico.
Es el feudo el origen de los futuros cambios politico-económicos que se vivirán y que repercutirán en la historia hasta la actualidad. El control de la tierra en base a posesiones feudales hereditarias, el dominio de éstas por señores que reconocían la existencia de soberanos y el origen de noblezas terratenientes de orden religioso militar, contribuyó al desarrollo de prendas que se identifican en las diferentes agrupaciones de disposición castrense.
Muchos señores adoptaron blasones y colores que le dieran identidad a las comarcas protegidas y a los soldados reclutados para conformar los ejércitos con los cuales pretendían ejercer su hegemonía feudal. Nace aquí el primitivo concepto del uniforme mediante el cual era posible identificar ejércitos, armas dentro de estos mismos y jerarquías.
Francia fue a mediados del siglo XVIII un claro ejemplo de la sociedad europea de esa época. El absolutismo ejercido por Luis XVI y por sus antecesores, y la extrema desigualdad social reinante trajo en definitiva la caída del sistema imperante y una revolución que sentó las bases para el surgimiento de las nuevas republicas. Éstas, ya organizadas bajo principios republicanos, constituyeron ejércitos nacionales que profesionalizaron de manera definitiva una estructura militar con todo el aparato logístico correspondiente.
Los uniformes entonces ocupan parte importante en el trabajo de organizar estos ejércitos y armadas, puesto que las prendas debían representar en toda su magnitud los emblemas nacionales, el recuerdo de hechos gloriosos, jerarquías y modas contemporáneas.
A partir de la independencia de las naciones de la América hispana y especialmente con el Libertador Bernardo O'Higgins, quien tuviera la visionaria iniciativa de conformar la primera escuadra nacional, constituida en su gran mayoría por Oficialidad inglesa, se incorporan normas tendientes a normalizar el uso de los uniformes con lo cual se sienta la base para los uniformes navales que hasta la fecha son utilizados.
El uniforme naval en sus múltiples variantes es una exaltación a los valores militares, y cada pliegue esconde una historia henchida de arrojo, consagración y patriotismo. El Comandante Arturo Prat y su tripulación en la rada de Iquique, prodigaron sus vidas vistiendo el uniforme del marino chileno, enalteciéndolo como un emblema más de la Patria, colmándolo de lauros de gloria y haciéndolo relucir a la historia.
Multitudes han mirado con ojos de admiración el recio y marcial paso de los marinos cuando la Patria se viste de fiesta. Muchos chilenos ven en este uniforme el retrato mismo de las glorias de Chile y a quien lo viste, un heredero de Prat y de su brava tripulación, lo que obliga a quien tiene el bien y el honor de portarlo, de conocer su historia y vestirlo con honor y prestancia para ser dignos de los ojos que lo mirarán pasar.
El Oficial más antiguo indicará cuál es la tenida que debe usarse dentro de su área jurisdiccional y está prohibido usar sobre el uniforme condecoraciones, distintivos, piochas o medallas que no estén descritos en el "Reglamento para el Otorgamiento y Uso de Condecoraciones, Medallas y sus Distintivos en las Fuerzas Armadas", además de reglamentos internos de la Armada.
De igual manera, al usar la Tenida Militar el hombre debe usar el cabello corto, que refleje aspecto militar y buena presentación, patillas de corte horizontal y de largo discreto.
El uso del bigote será permitido, debiendo ser moderado en su forma, largo y no deberá sobrepasar la comisura de los labios. Podrán usar barba aquellos Oficiales que, adoleciendo de un defecto físico, puedan disimularlo con ella y que sean autorizados por su Comandante.
La barba, cuando se autorice, deberá usarse en forma plena y completa, de un largo parejo y moderado. La parte correspondiente bajo la barbilla a la altura del cuello de la camisa, se mantendrá siempre despejada, debiéndose recortar y/o afeitar permanentemente. El bigote,